domingo, 9 de noviembre de 2008

Tomás Gubitsch

Hago mi muy tardía aparición en este blog con muy pocas palabras, porque hace un tiempo que soy como un desierto, y es mejor dejar que los que tienen cosas para decir hablen por mí.

Tomás Gubitsch, guitarrista, compositor y director de orquesta. A los 18 años ya había tocado con Rodolfo Mederos en "Generación Cero", con Spinetta en "Invisible" y con Piazzolla en el enorme y fugaz octeto electrónico de Astor. Un verdadero monstruo.



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En materia de emociones y percepciones, las fórmulas y las reglas conllevan tantas excepciones que merecen muy poca atención de nuestra parte.

Quizás porque intuimos que
“sólo el misterio nos hace vivir; sólo el misterio“, nos divierta tanto teorizar.

¿Porqué no? Basta con saber que nuestras conjeturas son efímeras.

Y con decirse que conocemos de la música el equivalente de lo que conocemos del universo. Es decir, una ínfima (probablemente insignificante) parcela.

Lo alentador es todo lo que nos queda por descubrir.

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Hay quienes tocan bien. Hay quienes tocan muy bien. Después vienen los que están dentro de la música. Por último, los que son música.

Siempre los asuntos entre ser y estar.

Alguna vez pensé que la belleza (o lo hermoso) surgía de un equilibrio indefinible entre el gesto y el sonido.

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Alguna vez pensé que la belleza (o lo hermoso) surgía de un equilibrio indefinible entre el fondo y la forma.

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Recuerdo perfectamente que Hugo Santiago comentó, justo antes de lanzar su grito de “action”, algo así como que cuando un músico hace música se torna bello. También dijo (o más bien su personaje) que el exilio era una noble situación.

Cuando se “es” música, o cuando se “está” en (dentro de) la música, se trata de un exilio en la intimidad. Un exilio que no es destierro, entonces; y que puede incluir al otro.

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“Le beau est toujours bizarre”, reza el enorme cartel -demasiado publicitario,
pero para eso está- del Centro Pompidou en estos días. Baudelaire sabrá.
En todo caso, suele ocurrir que lo hermoso no sea precisamente lindo.

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¿Qué se puede hacer con un don, sino donarlo?

(texto de Tomás Gubitsch para fotos de Juan Carlos Hernández, Y sin embargo magazine)

5 comentarios:

gabrielaa. dijo...

buenísimo buenísimo buenísimo

Ajenjo dijo...

"un exilio en la intimidad. Un exilio que no es destierro, entonces; y que puede incluir al otro" Bella definición del acto creador, del instante del arte.

Y que tremendo músico, y que linda pieza elegiste, con una impronta tan porteña.

slds
A

Anónimo dijo...

Gracias por la publicación.

Lucas Ayala dijo...

un placer

Anónimo dijo...

como se pusieron estos pibes, habría que decir...